El nombre del colegio está inspirado en la personalidad del Ingeniero Edward Banfield (nacido el 9 de febrero de 1837) que además de haber participado activamente en la construcción del ferrocarril, tan importante para el desarrollo de la Argentina, dio el nombre al mismo pueblo que se conoce como Banfield.
Por razones de salud no fue enviado a la escuela hasta el año 1849. Concluido sus estudios, entró a trabajar en la firma Harvey and Company de Haley, en la que permaneció trabajando hasta el año 1855. Ese año partió a Paris y estudió matemática hasta el año 1857. En marzo de 1858 dejó Inglaterra para trabajar con su tio Frederick Trevithck en Montreal donde estuvo empleado durante el espacio de tres años en el departamento de locomotoras del Grand Trunk Railway.
En mayo del año 1861 fue designado gerente de una compañía en una mina de plomo en Carleton, Canadá Occidental, pero, permaneció en dicho cargo tan solo un año. Mientras estuvo en Canadá colaboró con el Ingeniero Clarke en los trabajos destinados a la iluminación de las Cataratas del Niagara con motivo de la visita que realizaría el príncipe de Gales a esa ciudad, el que de hecho quedó admirado con el trabajo que se había realizado.
En enero del año 1862 volvió a Inglaterra y trabajo por poco tiempo en una industria en St Blazey Cornwall. En junio de 1862 fue designado gerente del ferrocarril que realizaría el recorrido entre Hamburgo y Frankfurt, cargo en el que permaneció hasta diciembre de 1864. Ocupando dicho puesto se enemistó con parte de los empleados que tenía a su cargo ya que los mismos estaban celosos de hallarse subordinados a una persona de diferente nacionalidad. Pero su tacto su buen trato y firmeza (características que lo acompañaron durante toda su vida) le permitieron sobrellevar las dificultades y dejó Alemania habiendo reunido un importante número de amigos.
El 17 de enero de 1865 se casó con su prima Jean, la hija mayor de John Henry Trevitick de Hayle y partió hacia Sud América para hacerse cargo de la gerencia del Ferrocarril Sud de Buenos Aires recién inaugurado. Como gerente de esta línea se hizo conocido y apreciado en toda la provincia y el éxito del Ferrocarril Sud fue muchas veces atribuido por los directores de la Compañía al quehacer de Banfield. Entre otras mejoras introdujo un sistema de transporte de lana, uno de los productos más abundantes en la zona y fuente de los mayores ingresos para el ferrocarril en las mismas carretas de bueyes del lugar sin necesidad de descargar las mismas y utilizando vagones bajos.
Esto evitaba el uso de bolsas y facilitaba raudamente el manejo de tráfico. En noviembre de 1867 debió abandonar el trabajo por un tiempo por razones de salud reintegrándose a sus funciones en mayo del año siguiente y desde ese momento hasta mayo del año siguiente dedicó todas sus energías al Ferrocarril del Sud